domingo, 11 de agosto de 2019

NOCHE CERRADA.

Las calles se hacen grandes
cuando estamos solos
y cierran todos los restaurantes,
y sólo queda abierta la palabra.

Las farolas parpadean en lo oscuro
intentando verse unas a otras
en la liviandad del aire.

El acordeón de las estrellas
respira entre los párpados caídos
de las copas de whisky de los bares.

Me arropo con la soledad
y el silencio de los grillos
que coronan esta madrugada.

Todos los veranos se la llevan
los ángeles de paso.