LA CALLE MÁS TRISTE DE LA CIUDAD:
La rosa desnuda
sobre el asfalto
desviste sus hojas
de rojo silencio.
De día, los ojos
sobre los escaparates
se buscan con prisa
sin encontrar el reflejo.
Las enormes pantallas
y las pupilas fugaces
se pierden entre el ruido
y el tintineo de monedas
que se cuelan en un vaso.
Los pasos se apresuran
ante las esquinas mudas.
Son las diez.
Bajo la calle Preciados.
De noche, las pupilas
se rehúyen, buscando máscaras.
La soledad se cuela
en las casas de cartón,
en las luces apagadas,
en los cuerpos derramados,
lánguidos,
de los errantes de la madrugada.
Los escaparates
son espacios muertos
en presencia de nadie.
Las pantallas iluminan
el reflejo del silencio
que reposa a la espera del día.
No importa el momento en el que la visites,
la calle más transitada de Madrid
es la que más soledad guarda.