martes, 30 de agosto de 2016

RETORNO
"Aquí no es diaria ni justa la existencia.
Bésame y resucita si es posible."
-  Luis García Montero.
No se lo digas a nadie, amor,
los restos de mi silencio
dicen más que todos mis versos.

No puedo pintarte con palabras
vacías de color,
pero puedo contarte cuentos a la luz
de una infinita oscuridad
para ver tus ojos cerrarse.

No sé tocar la guitarra,
ni tampoco cantarte al oído
pero puedo entregarte la tierra
y el cielo de mi latido
hasta que desaparezca.

No sé llorar,
tampoco contigo,
pero cuando hay estrellas en tus pupilas
que fugan por tus mejillas
hasta encontrarse con tus labios…
quién fuera tus lágrimas
para besarte siempre la pena.
Para besarte siempre.

Me sorprenden las calles de Granada,
sin olores de tu olvido.
Los semáforos rotos me conducen sin rumbo
a los brazos de un vacío
que nunca me contesta si lo llamo por tu nombre…
pero me acoge igual de mal
que los bares de mi desidia
donde se ahogan, los ya muertos, caminos de mi ausencia.

Pero cuando hay estrellas en mis pupilas
que fugan por mis mejillas
hasta encontrase con mis labios…
quién fuera mis lágrimas
para besarme siempre la pena

y resucitarme tal vez.

martes, 23 de agosto de 2016

BAILARNOS

En los días de lluvia
sexo y café,
sudor y poesía,
tinta y papel.
Acordes de un beso
que me haga volver.
Volar,
bebernos la sed.

Morderte los labios;
manchar la pared;
besarnos los miedos, las horas,
la piel…
Leernos los cuerpos,
rozarnos los pies.
Gritar,
hacernos placer.

Comernos las ganas,
amarnos, doler.
Quitarnos la ropa,
la pena, el deber.
Mecer tu cadera,
tejer un mantel
entre tu pecho y mi boca.
Gemir,

perecer.

lunes, 22 de agosto de 2016

GIRALUNA

Se le encendía la Luna.
Se le apagaba.
Se cogía a la escalera de la sonrisa de la noche

y le pedía que subiera.

Como un poema, de las sombras nacía;
si estaba oscuro, volvía a nacer,
y a llover, me recitaba
dos cucharadas de azúcar
en sus ojos de café.

Sus alas de flores amarillas
giraban las caricias en un pecho
con las manos de un vuelo inmarcesible,

y su indomable risa me cantaba
al compás de un alma de bolero
hecho de amor inoxidable.

Que no, cariño,
que el Sol no merece tus te quiero,
ni se mece en tu color.

jueves, 18 de agosto de 2016

A UN POETA EN NUEVA YORK.
A Federico, en su octogésimo año de ausencia.
La luna llora en el cielo
restos de arena blanca.
El niño ya no la mira…
jamás volvió a la fragua.

La luna llora en el cielo
desde que tus pies no se arrastran.
En el suelo vive la luz
de toda tu noche estrellada.

El verde se ha marchitado
bajo un silencio de sombra
y se han llenado de odio
las cunetas de la memoria.

En la tierra hay un cante jondo
que suena con tu guitarra
y acalla todos los disparos
que sonaron en Granada.

Tu cuerpo escribe palabras
que no alcanzan a acoger los versos,
y un romancero gitano
barre montañas de huesos.

Tu luna vuelve a la fragua
con su polisón de nardos…
y el niño la llora, llora.
El niño la está llorando.

jueves, 4 de agosto de 2016

EN MIS ENTRAÑAS

Tengo madrugadas en el pecho
que me oprimen las palabras hasta hacerlas silencios
antes de que me ponga sentimental
y empiece a vomitar
las entrañas de tristeza que habitan en mi voz.

Desarropé todos los abrazos,
desaprendí todas las risas
que eran canción en tus labios
y se poblaron mis ojos de la más desoladora indiferencia.

Mi cabeza se pudre de la soledad
que moja permanentemente los recuerdos
y en mis tripas se desgarran las ausencias
de las horas a solas sin poder respirar.

En mi pecho hay una grieta
donde viven las arañas de la duda
y anidan los miedos que asolan mis sueños.
No tienen piedad.

En el agujero de mi estómago hay una puerta
que deja pasar a los gusanos de tus promesas
que nunca se hicieron mariposas,
sino polillas que se comen mi piel
y gangrenan las cicatrices
hasta volverlas heridas.

Llamo.
Ábreme.
No sé quién soy.

El cielo es demasiado grande para volar
y el espejo solo refleja unas alas
hechas de plumas de olvido
que no logran alzar el vuelo,
ni separar del suelo mis pies.

En estos brazos que no abrazan nada
se muere un cuerpo lleno de vacío
que mece todavía el mar de la esperanza.

Llamo.
Ábreme.
¿Sabes quién soy?

martes, 2 de agosto de 2016

CASTILLO DE ARENA

Se enfada conmigo, no sé lo que quiere de mí.
Le recibo y me invita a sus brazos,
que son abrigo de soledades,
y sus canciones me acunan
hasta verme dormir.

Salgo y él entra.
Entro y no me deja salir,
y sus olas son devastadoras garras
que no se apiadan de nadie,
que no se entregan a nadie,
que no me dejan huir.    

Guardo mi ilusión en un castillo de arena,
sus ventanas de sueños miran al mar
para oírle reír, o gritar,
o sentir,
o llorar...
Sus almenas de espera le guardan al caer la noche
por si queda bajo un telón de oscuridad
y de recuerdos.

Pero se enfada conmigo,
no sé lo que quiere de mí,
y su furia derriba mi castillo en lágrimas y saliva
y en la orilla deposita mi cuerpo sin vida
y con la espuma en mi pecho
me llena de sal los labios
y la heridas.

Mece este gran ataúd de vacío,
yo no te puedo amar, vida mía,
me arrastra hasta el fondo tu ruido
donde no hago pie en el silencio
ni moja el olvido.      

Yo no te puedo amar, vida mía,
te enfadas conmigo
y no sé lo que quieres de mí.