UNA QUERENCIA POR EL ACENTO DE TUS BRAZOS
Abrázame.
Abrázame, que estoy perdida,
que no encuentro salida de las dudas del pasado
y se me abren las heridas
como las pupilas a la luz.
Soy
un muñeco de hierro con los ojos de cristal
que reflejan la debilidad con el paso de los años
y, bajo la lluvia,
se me abren grietas en el pecho
por las que se escapa todo el cariño contenido
que tengo para dar.
Abrázame, que soy diciembre
y tengo frío.
lunes, 25 de julio de 2016
domingo, 24 de julio de 2016
Y TAMBIÉN NOS ENCONTRÓ LA LUNA DESNUDOS AL ANOCHECER
Se rozaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
hechos de sudor y de materia gris,
de pasión encadenada
y calles sin salida en un vaso de alcohol.
Se acariciaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
borrachos de amor desenfrenado,
desprendidos de un cariño irreversible
en un colchón áspero de juventud.
Se fundían los cuerpos.
Nuestros cuerpos de cristal, pulidos de excesos,
salidos de un cuento que contar
en las madrugadas de invierno.
Bailaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos en un vals despreocupado,
en un último tango en París,
aunque ni París quedase para nosotros.
Se besaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos dilatados de ternura
con los labios desgastados en un beso,
con las manos aferradas a la espalda del deseo...
Con los cielos compartidos en un pecho descubierto
y herido de cariño.
Y tu cuerpo, la epifanía
de mi cuerpo desecho de emociones
y de canciones de Sabina que siempre hablan de nosotros
y se pierden en la noche.
Se rozaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
hechos de sudor y de materia gris,
de pasión encadenada
y calles sin salida en un vaso de alcohol.
Se acariciaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
borrachos de amor desenfrenado,
desprendidos de un cariño irreversible
en un colchón áspero de juventud.
Se fundían los cuerpos.
Nuestros cuerpos de cristal, pulidos de excesos,
salidos de un cuento que contar
en las madrugadas de invierno.
Bailaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos en un vals despreocupado,
en un último tango en París,
aunque ni París quedase para nosotros.
Se besaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos dilatados de ternura
con los labios desgastados en un beso,
con las manos aferradas a la espalda del deseo...
Con los cielos compartidos en un pecho descubierto
y herido de cariño.
Y tu cuerpo, la epifanía
de mi cuerpo desecho de emociones
y de canciones de Sabina que siempre hablan de nosotros
y se pierden en la noche.
viernes, 22 de julio de 2016
COMO NUBES SIN
CIELO, COMO CIELO SIN NUBES
He perdido la guerra.
Ahora, que
la pena son cadenas en las alas de mi espalda,
arráncame las
plumas para que pueda mirarlas.
Ahora, que
mis versos son venas abiertas
y la sangre
ya no llega a mi latido,
arráncame los
ojos para dejar de sentirlo.
Ahora, que
tus manos son hogar donde reside el olvido,
dejo la
puerta abierta de mi pecho,
donde sólo
yo vivo.
Ábrela.
Túmbate
conmigo.
Ahora, que
la cama admite más restos de ternura
y yo estoy
dispuesta a compartirlos.
Ahora, que
no son de nadie mis brazos,
sólo míos
y mis
entrañas se pudren de aleteos
y de cariño
contenido…
arráncame
los labios para que pueda decirlo.
Abrázame los
miedos.
Abrázame.
Como lo
hacen las olas de mi mar
cuando atardece.
Ahora, que
la guerra ha terminado
y vuelve a
andar el sol por mi horizonte,
arráncame la
vida cuando ya no sepa amar
y el dolor
ciegue al vacío,
porque no
tendrá sentido vivir
sin llamar
amor a ningún cielo,
ni compartirlo.
miércoles, 20 de julio de 2016
NO TENGO MÁS ARMAS QUE MIS MANOS, Y
NUNCA ESTUVIERON HECHAS PARA HERIRTE
Una vez tuve
tus labios en mis labios.
Se poblaron
mis recuerdos de ceniza.
Una vez tuve
tus ojos en mis ojos
y no logré
escapar de tus pupilas.
Una vez tuve
tus manos en mis manos
y jamás
sirvieron como arma
para
protegerme de las punzadas de tu olvido.
Y se me
olvidan tus labios.
Y se me
olvidan tus ojos.
Y se me
olvidan tus manos.
Se nos
olvida la forma de andar de quien amamos
cuando se
va,
y su olor
son las ruinas que deja la ausencia
en la vereda
del pasado.
El amor son
los gritos de alguien desesperado
y que entre
llantos me llama cobarde
y me carga
cien kilos de culpa a la espalda…
Y el olvido
es un cometa que se apaga
en el cuarto
menguante de tu boca
y amanece
con el día.
Ya no me quedan armas contra el dolor, vida mía.
lunes, 18 de julio de 2016
VERBOS
No te
quiero,
no me
quieren,
no sienten,
no tienen,
no juran,
no abrazan,
no acogen, no curan.
No lloran
con la lluvia,
no
entienden,
no besan con
ternura,
no aprenden.
No duelen en
el pecho,
no olvidan,
no se hunden
en la dura voz de invierno,
tampoco son
eternos,
ni aman,
ni duran…
pero sueñan.
viernes, 15 de julio de 2016
EL SOMBRERO QUE ME
VIO LLORAR
Hay un gorro
en el armario
que alumbra
la oscuridad
y en las
noches me oye llorar mientras escribo.
En las
calles, las camisas amarillas
son
recuerdos dormidos con tu ausencia
que
despiertan con color,
y tu forma
de andar camina las aceras
en los pies de
un hombre
que nunca
eres tú.
En tu lado
izquierdo del sofá sólo hay vacío,
y vacía se
ha quedado una mujer
por la
soledad de quien ama.
De quien te
ama.
De quien te amó.
Tu sombrero
se ha llenado de ceniza
y del polvo de
un armario
que guarda
el cariño de tus ojos
que ni el tiempo pudo quitarte.
martes, 12 de julio de 2016
LA PEQUEÑA NIÑA TRISTE
La niña
triste soñaba oscuro:
su pelo era
un manto de nieve;
sus ojos,
carbón; sus manos, un mundo;
su pecho era
un muro
que no
guardaba corazón.
Su vaso
lleno en el vacío
le cobraba
el amor
y el dolor
es el hielo que lo mantiene frío.
Todo cae a
su alrededor,
como las
gotas de lluvia
y la mojan
mientras baila
(aunque no
sabe bailar),
y la calan
mientras canta
(aunque no
sabe cantar),
y la hielan
mientras ríe
(aunque sí
sabe reír,
pero no
recuerda cómo hacerlo.)
La niña
triste soñaba oscuro.
– Desnúdate –
me dijo –
que quiero
verte la piel
para saber
si te han herido. –
Y me besó
los ojos primero
(por si
dejaban de llover),
y me besó
los sueños después
(por si
dejaban de correr),
y me besó el
pecho desnudo
(por si
dejaba de doler…
Pero no lo
hizo, corazón.)
Y me besó al
fin el vacío…
y se fundió con él.
lunes, 11 de julio de 2016
TE BESÉ AL MIRARTE LOS LABIOS
En el
epitafio de mis noches,
grabé, amor,
las marcas
en mi espalda
de tus
garras de pasión
y el calor
desenfrenado
del alcohol
en las venas.
Borrachos de
caricias,
el papel es
un colchón
y tu pecho
un mantel
entre el
amor y el deseo.
De beso en
beso,
el sudor de
tu cadera.
Le muerdo
los labios a la Luna
y me
responde en forma de cuerpo
que se
arquea formando un puente
desde el que
poder arrojarme al mar de tus delirios.
Y se
descubre así
la
serendipia de tu cuerpo y de mi cuerpo
y la cueva
de tu cuello,
que se
alumbra de gemidos.
De mano en
mano,
la primavera
de tu vientre.
Y mi pelo
era en tus muslos lo que el mar en la orilla...
Y mi boca
era en tu boca
lo que los
árboles al viento:
susurrando,
bajito y al
oído
que la luz
acababa de apagarse
y salían las
estrellas a alumbrar tu desnudez.
El balancín
de tu cintura se movía con los astros,
arriba y
abajo, con tu costado y el mío,
y tus
piernas y mis piernas
enredadas en
un manto de lujuria encadenada.
La ropa era
una alfombra de momentos y suspiros,
un puzle de
dos piezas cubriendo la almohada
y las
sábanas de palabras
que se
clavan en la piel...
Ay, mi amor,
¡cuántos
besos se han quedado
en dos ojos
que miraban unos labios!
lunes, 4 de julio de 2016
TE GUARDO EL AMOR
Guardamos el
amor en un bote de pastillas,
nos lo
tragamos sin respirar,
sin apenas
saborearlo,
sin masticar
el dolor que supone sentirlo.
Y los besos,
vida mía,
ya no se dan
a ojos cerrados,
ni a
corazones abiertos;
ni tampoco
acariciamos con los labios la piel,
se quedan
vacíos de tacto,
de textos,
del rojo de
los tejados de pasión…
ahora son
grises, como el cielo.
Las nubes no
te desnudan con palabras,
ni miramos
con pupilas desgarradas de cariño.
Ahora la
lluvia te desgasta la ropa hasta que desaparece,
no hace
falta que busques camisas debajo de la cama,
ni restos de
ternura entre las sábanas.
Los olores
ya no son perfumes de momentos,
tan sólo un
olor desagradable inundando el armario,
y las
cartas,
papeles
amarillentos que adornan una caja
o el fondo
de cualquier cajón.
Yo guardo el
amor en todas partes,
espero encontrarlo
en los besos a ojos cerrados
y a corazón
abierto,
en los
labios que acarician la piel.
Busco
desnudarte con palabras
y mirarte
con pupilas desgarradas de cariño.
También en
los restos de ternura entre las sábanas,
en los
olores que son perfumes de momentos
y en las
cartas que escribo,
siempre en
forma de versos.
Pero no me
encuentro, amor.
No me
encuentro.
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