martes, 12 de julio de 2016

LA PEQUEÑA NIÑA TRISTE

La niña triste soñaba oscuro:
su pelo era un manto de nieve;
sus ojos, carbón; sus manos, un mundo;
su pecho era un muro
que no guardaba corazón.

Su vaso lleno en el vacío
le cobraba el amor
y el dolor es el hielo que lo mantiene frío.

Todo cae a su alrededor,
como las gotas de lluvia
y la mojan mientras baila
(aunque no sabe bailar),
y la calan mientras canta
(aunque no sabe cantar),
y la hielan mientras ríe
(aunque sí sabe reír,
pero no recuerda cómo hacerlo.)

La niña triste soñaba oscuro.
– Desnúdate – me dijo –
que quiero verte la piel
para saber si te han herido. –

Y me besó los ojos primero
(por si dejaban de llover),
y me besó los sueños después
(por si dejaban de correr),
y me besó el pecho desnudo
(por si dejaba de doler…
Pero no lo hizo, corazón.)

Y me besó al fin el vacío…
y se fundió con él.

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