LA PEQUEÑA NIÑA TRISTE
La niña
triste soñaba oscuro:
su pelo era
un manto de nieve;
sus ojos,
carbón; sus manos, un mundo;
su pecho era
un muro
que no
guardaba corazón.
Su vaso
lleno en el vacío
le cobraba
el amor
y el dolor
es el hielo que lo mantiene frío.
Todo cae a
su alrededor,
como las
gotas de lluvia
y la mojan
mientras baila
(aunque no
sabe bailar),
y la calan
mientras canta
(aunque no
sabe cantar),
y la hielan
mientras ríe
(aunque sí
sabe reír,
pero no
recuerda cómo hacerlo.)
La niña
triste soñaba oscuro.
– Desnúdate –
me dijo –
que quiero
verte la piel
para saber
si te han herido. –
Y me besó
los ojos primero
(por si
dejaban de llover),
y me besó
los sueños después
(por si
dejaban de correr),
y me besó el
pecho desnudo
(por si
dejaba de doler…
Pero no lo
hizo, corazón.)
Y me besó al
fin el vacío…
y se fundió con él.
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