domingo, 24 de julio de 2016

Y TAMBIÉN NOS ENCONTRÓ LA LUNA DESNUDOS AL ANOCHECER

Se rozaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
hechos de sudor y de materia gris,
de pasión encadenada
y calles sin salida en un vaso de alcohol.

Se acariciaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos,
borrachos de amor desenfrenado,
desprendidos de un cariño irreversible
en un colchón áspero de juventud.

Se fundían los cuerpos.
Nuestros cuerpos de cristal, pulidos de excesos,
salidos de un cuento que contar
en las madrugadas de invierno.

Bailaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos en un vals despreocupado,
en un último tango en París,
aunque ni París quedase para nosotros.

Se besaban los cuerpos.
Nuestros cuerpos dilatados de ternura
con los labios desgastados en un beso,
con las manos aferradas a la espalda del deseo...
Con los cielos compartidos en un pecho descubierto
y herido de cariño.

Y tu cuerpo, la epifanía
de mi cuerpo desecho de emociones
y de canciones de Sabina que siempre hablan de nosotros
y se pierden en la noche.

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