miércoles, 20 de julio de 2016

NO TENGO MÁS ARMAS QUE MIS MANOS, Y NUNCA ESTUVIERON HECHAS PARA HERIRTE

Una vez tuve tus labios en mis labios.
Se poblaron mis recuerdos de ceniza.
Una vez tuve tus ojos en mis ojos
y no logré escapar de tus pupilas.
Una vez tuve tus manos en mis manos
y jamás sirvieron como arma
para protegerme de las punzadas de tu olvido.

Y se me olvidan tus labios.
Y se me olvidan tus ojos.
Y se me olvidan tus manos.

Se nos olvida la forma de andar de quien amamos
cuando se va,
y su olor son las ruinas que deja la ausencia
en la vereda del pasado.
El amor son los gritos de alguien desesperado
y que entre llantos me llama cobarde
y me carga cien kilos de culpa a la espalda…

Y el olvido es un cometa que se apaga
en el cuarto menguante de tu boca
y amanece con el día.

Ya no me quedan armas contra el dolor, vida mía.

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