NO TENGO MÁS ARMAS QUE MIS MANOS, Y
NUNCA ESTUVIERON HECHAS PARA HERIRTE
Una vez tuve
tus labios en mis labios.
Se poblaron
mis recuerdos de ceniza.
Una vez tuve
tus ojos en mis ojos
y no logré
escapar de tus pupilas.
Una vez tuve
tus manos en mis manos
y jamás
sirvieron como arma
para
protegerme de las punzadas de tu olvido.
Y se me
olvidan tus labios.
Y se me
olvidan tus ojos.
Y se me
olvidan tus manos.
Se nos
olvida la forma de andar de quien amamos
cuando se
va,
y su olor
son las ruinas que deja la ausencia
en la vereda
del pasado.
El amor son
los gritos de alguien desesperado
y que entre
llantos me llama cobarde
y me carga
cien kilos de culpa a la espalda…
Y el olvido
es un cometa que se apaga
en el cuarto
menguante de tu boca
y amanece
con el día.
Ya no me quedan armas contra el dolor, vida mía.
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