jueves, 4 de agosto de 2016

EN MIS ENTRAÑAS

Tengo madrugadas en el pecho
que me oprimen las palabras hasta hacerlas silencios
antes de que me ponga sentimental
y empiece a vomitar
las entrañas de tristeza que habitan en mi voz.

Desarropé todos los abrazos,
desaprendí todas las risas
que eran canción en tus labios
y se poblaron mis ojos de la más desoladora indiferencia.

Mi cabeza se pudre de la soledad
que moja permanentemente los recuerdos
y en mis tripas se desgarran las ausencias
de las horas a solas sin poder respirar.

En mi pecho hay una grieta
donde viven las arañas de la duda
y anidan los miedos que asolan mis sueños.
No tienen piedad.

En el agujero de mi estómago hay una puerta
que deja pasar a los gusanos de tus promesas
que nunca se hicieron mariposas,
sino polillas que se comen mi piel
y gangrenan las cicatrices
hasta volverlas heridas.

Llamo.
Ábreme.
No sé quién soy.

El cielo es demasiado grande para volar
y el espejo solo refleja unas alas
hechas de plumas de olvido
que no logran alzar el vuelo,
ni separar del suelo mis pies.

En estos brazos que no abrazan nada
se muere un cuerpo lleno de vacío
que mece todavía el mar de la esperanza.

Llamo.
Ábreme.
¿Sabes quién soy?

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