jueves, 26 de enero de 2017

EL BLUES DE LAS MANOS FRÍAS

Estira, cariño,
a mi piel ya no le quedan besos que romper.

Estira, cariño,
dueles menos que pintar con un lápiz gastado.

Bébeme, cariño,
soy pecado en medio de un vaso vacío.
Busco unos brazos que hagan forma de tejado
por si, bajo ellos,
existe algo a lo que llamarle hogar.

Mis hojas se caen porque siempre es otoño
y andan encorvadas a la próxima estación.
Nunca hay parada.
Siempre es espera.

Niégame, cariño, las horas
sin cielo, sin nada a lo que llamar amor.
Agujas de tiempo con hilo de seda
débil, endeble al dolor.

No estoy yo al fin de la busca.

Llórame, cariño,
que ya no sé llover.

Lluéveme, cariño,
que ya no sé llorar.

¿Cuánta ceniza seca entre mis versos
voy a tener que recoger?

Hace frío, cariño...
arrópame.
Pero ya no respondí.
El silencio hurgó en las cicatrices
y tampoco encontró a Dios allí.

Óyeme, cariño.
No destapes tus oídos jamás.

¿Me oyes ahora, cariño?
Espero que mi voz nunca se alce hasta ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario