SONRISAS QUE
CALLAN
Estoy harta de ruido
y cansada de silencio.
Estoy harta de soledad.
Ya no quiero hablar sin decir nada.
Ya no quiero escribir a la oscuridad.
Hoy he dejado a las lágrimas abrazarme
con sus largos brazos húmedos hasta el amanecer
y me he aferrado a ellas sin nada que hacer,
a falta de un hombro en el que poder apoyarme.
El dolor no tiene apenas horario,
y como todas las cosas, está hecho de tu esencia.
Esta noche he notado más que nunca tu ausencia,
y he rogado poner fin a este calvario.
Pero nadie me ha oído.
Nadie ha acudido a mi llamada,
ni nadie, ni nada
ha podido acallar mi grito herido.
Siempre quise escribirte los versos más hermosos,
pero jamás lo he conseguido,
pues ninguno ha desistido
de ser un triste llanto silencioso.
Estoy cansada de repetirte lo mismo:
los mismos escritos, los mismos versos,
los mismos miedos, los mismos gritos,
las mismas formas de hundirme en el abismo.
Estoy tan cansada de escribir a lo inexistente,
sabiendo que tú no estarás ahí para oírme,
sin necesidad de tener a alguien, quien decirme
que tú jamás volverás a estar presente...
Sonrisas que callan, silencios que matan.
Labios cerrados que lo dicen todo
y ojos húmedos que de un cierto modo
brotan su tristeza si la rabia los desata.
Tantos sueños se han perdido.
Tanto dolor causado.
Tanto miedo acumulado.
Tantos ángeles caídos.
Tantas sonrisas que han callado
en este gran silencio herido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario