A LAS 3 Y 20 LUNAS
LLENAS.
A las 3 y 20
son las dos
y veinte
los pasos de
salón hasta mi casa.
Los zapatos
de tacón en una esquina
junto a un
tablón
de madera,
esperando a ser acariciado.
Mientras,
la
fotografía de sus manos
duerme en
una habitación,
donde sólo
podrá ser contemplada por un par de afortunados.
A las 3 y 20
son las dos,
una rosa
roja pardo se marchita entre mis manos.
La luna es
tan redonda
como la
roseta de una guitarra,
y tan blanca
como el
rastro de una saeta
que apunta a
mi dirección.
Hay zapatos
en el suelo,
cristales de
botellas rotas,
cinco
estrellas en el cielo adornando la oscuridad,
tan lasciva
y remota...
A las 3 y 20
son las dos
y dos almas
que se quieren se pasean la Gran Vía.
Se detienen
calle arriba,
preguntan a
dos desconocidas la hora
sin dar la
mínima importancia a las palabras del reloj.
A las 3 y 20
son las dos
los minutos
van hasta su puerta
y despiertan
los segundos,
que
acuchillan,
donde la
dejamos mi soledad y yo.
Pero se la
lleva con ella
Y sus medias
de rejilla.
A las 3 y 20
son las dos
y a las
cinco, la mañana.
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