SOLO LA LUNA
Fue una
guerra destructivamente bella
aquella de
decir las cosas tal y como las sentíamos.
La Luna se
marchitaba igual,
pero no nos
importaba su soledad.
El egoísmo
de dos ojos que se miran
y encuentran
en ellos todas las estaciones del año.
Siempre
primavera en las manos.
Las flores
de aquellos años han quedado sepultadas
bajo las
pisadas del invierno de mi pecho.
A la pólvora
mojada de tus labios
no le
quedaron vestigios que prender.
Yo abandoné
las armas en la nieve,
busqué en
todas las fosas el cadáver de mis latidos,
pero sólo
hallé fechas sin nombre,
cartas con
ausente destinatario
y un remite
vacío de emociones…
Nadie más
volvió a besarme los miedos.
Desde
entonces mis manos sólo saben sangrar,
y de
caricias nunca más supieron,
pero la
culpa no dejó de visitarlas.
Ahora la
Luna sigue marchitándose,
pero al menos tiene a alguien con quien hablar de
soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario