domingo, 13 de noviembre de 2016

SOLO LA LUNA

Fue una guerra destructivamente bella
aquella de decir las cosas tal y como las sentíamos.

La Luna se marchitaba igual,
pero no nos importaba su soledad.
El egoísmo de dos ojos que se miran
y encuentran en ellos todas las estaciones del año.

Siempre primavera en las manos.
Las flores de aquellos años han quedado sepultadas
bajo las pisadas del invierno de mi pecho.
A la pólvora mojada de tus labios
no le quedaron vestigios que prender.

Yo abandoné las armas en la nieve,
busqué en todas las fosas el cadáver de mis latidos,
pero sólo hallé fechas sin nombre,
cartas con ausente destinatario
y un remite vacío de emociones…

Nadie más volvió a besarme los miedos.
Desde entonces mis manos sólo saben sangrar,
y de caricias nunca más supieron,
pero la culpa no dejó de visitarlas.

Ahora la Luna sigue marchitándose,
pero al menos tiene a alguien con quien hablar de soledad.

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