MUERTE Y SENTIDOS
Pescando
rosas en un mar de espinas,
así son
nuestros cuerpos
cuando se
habitan.
Se deshacen,
se hieren, se vomitan
hastíos y
placeres.
Se encadenan
a un tictac breve y suicida,
a la hora
previa a los amaneceres
y a las madrugadas
autodestructivas.
Acechamos en
la herida más profunda
que guarda
el mar,
y lo bello
es tristeza compartida.
El frío
suplió nuestras carencias
- no importa
–
polvo quedó.
Por eso toqué
la lápida y fue
la única
manera ya, que tuve
de sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario