martes, 20 de diciembre de 2016

SUEÑO DE UN INOCENTE TORNADO EN PESADILLA

Nada queda de mí.

Busco la cerradura del alba
para encerrarme en tu piel
y sólo encuentro muros de ausencia.

Copas llenas de alcohol tibio,
vacías de mí,
desbordadas de toda pena que derraman mis tripas
vacías de mí.

Me recojo en la esfera de las noches y del humo
y de los gritos y los jóvenes que antes quisieron crecer
y hoy no son más que la sombra del sueño de un niño.

Baúl de soledades,
castillos de arena que deja el rastro de la huida.
Caminos de salida única hacia el abismo.

Voy a morir sin hacer ningún ruido,
porque a mis gritos los carga el silencio
y yo, cariño,
no hago otra cosa que gritar

y algún día tendrá que faltarme oxígeno.

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