domingo, 19 de junio de 2016

NOS QUEDA UN 18.

Debo partirme en dos
y darte a ti la otra mitad.
La chica de los pies fríos
me cantaba en el sofá.

Luego,
las botellas vacías
y los vasos de cerveza
con espuma seca en los bordes,
como las olas en la orilla del mar,
y los acordes de trompeta vieja
le arropaban al dormir,
con las piernas cruzadas
y una estirada tristeza.

No es comparable
la soledad sin espera de los aeropuertos,
las alarmas de los coches
que rompen el silencio de la calle,
el humo de un cigarro que se acaba de consumir
como se consumen mis palabras
si hablan de ti,

a las horas que no pueden pagarse
con la compañía de tu respiración.

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