TÚ, TEMPESTAD
Me ahogo.
Por las
sábanas de la soledad
corre la voz
de tu silencio a gritos
y tapan las
heridas
de un cuerpo
descolorido por el frío.
Ábreme el
pecho,
sólo hay
vacío.
Se me cierran
cicatrices en las manos
cuando
abrazan tu ausencia
y el
silencio abre la fosa del recuerdo.
Te irás,
corazón,
y dejarán de
crecer espinas en las rosas
con las que
poder sangrar
si enmudece
tu caricia.
Por los
parques de la desidia
se pasea la
desilusión,
el suicidio
de la imaginación no aguanta más el olvido
y el gemido
de la locomotora sacude las vías
sobre las
que me hallo tumbada.
Me cansé de
esperar los trenes,
ninguno paraba
en la estación
y me ahogaba
con las cuerdas de la guitarra de la noche.
Te irás,
corazón,
y ya no
habrá reproches en la piel de tus abrazos,
ni papel que
acoja versos que no hablen de ti,
y el rocío
en mis pupilas
se secará
sin dejar rastro…
Ábreme el
pecho,
sólo hay
vacío
y ciérramelo
al salir
que no escape
el frío.
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