AURORA
He dejado
una silla vacía
en el más
frío resquicio de abril,
y ay,
cariño,
cuánto me ha
costado no romperme la piel,
no
arrancarme la pena a tiras.
Anoche la
soledad descosía mi cuerpo
y hurgaba en
las heridas buscándome,
pero sólo
encontró entrañas tan podridas como mis palabras.
Ya nada
queda de mí,
hasta ese
frío sentimiento de cariño
ha emigrado
a corazones más cálidos.
Las pálidas
pupilas de mis ojos
sólo ven de
color gris el arco iris,
evaporo las
tonalidades de tu risa
como si de
nada se tratase,
y lloro, y
lluevo…
y lloro los
poemas que nunca supe escribirte,
porque no
merezco las alas de nadie.
Y me ahogo
en el mar menos azul
que tiene el
olvido.
Por eso mis
versos se parecen a tu pelo
y lo
encuentro en cada letra que lloran mis días.
Por eso
escribo que te quiero en un papel,
para que lo
abandones,
como todas
las palabras se abandonan con el tiempo…
por eso mis
palabras se parecen a mis labios.
Me sangró la
boca, como prometieron mis noches,
y salpiqué
de sangre las flores de mi pecho;
por eso se
marchitan siempre que me encuentran
y este
espejo roto
no devuelve
más que un rostro distorsionado
que no es
capaz de habitar ningunos brazos.
Por eso el
fracaso se parece a mis manos,
que todo lo
convierten en desgastado silencio.
Qué curioso
que me dotaran con el nombre del alba
y me desviva
por las noches en secreto.
Yo no hago
amanecer a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario